En 2002, Gdansk, ciudad ubicada al norte de Polonia, a orillas del Mar Báltico, sufrió una inundación que dejó a barrios enteros bajo el agua. Para evitar que la catástrofe se repitiese, el Ayuntamiento invirtió 85 millones de euros en obras de infraestructura. En 2016, el servicio meteorológico pronosticó lluvias aún más torrenciales. “Estamos preparados”, tranquilizó el alcalde. Pero la ciudad se volvió a inundar.
“Estas inusuales lluvias se repetirán por el cambio climático, necesitamos más y mejor adaptación”, explicaron los expertos tras la indignación social de sus 400.000 habitantes.
Cuando el agua se fue de las casas, un vecino, Marcin Gerwin, pidió una reunión con el alcalde. Le propuso organizar una asamblea ciudadana para debatir la adaptación de la ciudad al riesgo de inundaciones. El líder político aceptó. Con un bombo de lotería, se sorteó a los participantes. Un grupo científico se sumó a los encuentros. Tras varias jornadas de deliberación, la asamblea le entregó al alcalde 19 recomendaciones técnicas, de las cuales muchas se pusieron en práctica en un nuevo plan de obras.
“El formato se replicó en otras ocho ciudades. El poder ciudadano es clave para los tiempos que vienen”, contó desde Polonia Marcin Gerwin
Marcin Gerwin, promotor de esta gesta, participó vía teleconferencia en la jornada que Oxfam Intermón, Greenpeace, Asamblea Cívica por el Clima, el Observatorio de Sostenibilidad y Globe International organizaron el pasado miércoles en el Congreso de los Diputados y en el Círculo de Bellas Artes bajo el título “Defendiendo la Democracia: Construyendo un Parlamento Ciudadano Permanente frente a la Crisis Climática”. “El formato se replicó en otras ocho ciudades . . .
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